martes, 3 de noviembre de 2015

DOLOR PSICÓGENO

DOLOR PSICÓGENO
 
1.Definición
 
Desorden caracterizado por dolor severo y prolongado para el cual se evidencia un componente psicológico más que una base física.
 
2. Ubicación del dolor psicógeno en las clasificaciones actuales.
 
  • El dolor psicógeno aparece como categoría específica en la tercera versión del DSM-III (manual de diagnóstico psicológico) , publicada en 1980, denominación que cambia a Trastorno somatomorfo (cuadro clínico que gira en torno a quejas físicas) en su IV edición.
  • La CIE-10(manual de diagnóstico psicológico), lo ubica en el área de Trastornos somatomorfos, con la denominación de Trastorno de dolor somatomorfo persistente.
  • Por su lado, el DSM-IV-TR (manual de diagnóstico psicológico), lo incluye en la categoría F45.4 Trastorno por dolor, con los criterios diagnósticos siguientes:
  • El síntoma principal del cuadro clínico es el dolor localizado en una o más zonas del cuerpo, de suficiente gravedad como para merecer atención médica.
  • El dolor no se explica mejor por la presencia de un trastorno del estado de ánimo, un trastorno de ansiedad o un trastorno psicótico y no cumple los criterios de dispareunia”.

3. ¿Qué nos dice la investigación científica?
 
3.1. Datos derivados de la hipnosis:
 
La hipnosis es una técnica terapéutica psicológica que ha sido definida como la inducción de un estado subjetivo que permite, por sugestión, producir alteraciones selectivas de la percepción o la memoria. Su empleo ha sufrido desprestigio en círculos científicos en virtud del mal uso que le han dado charlatanes y estafadores. Aunque el debate sobre su real efectividad terapéutica aún no ha terminado, existe alguna evidencia sobre ciertas bondades terapéuticas en una variedad de dolencias médicas y psicológicas.

La relación entre hipnosis y dolor ha sido señalada e informada desde la antigüedad. Diversas culturas la han utilizado para aliviar al paciente de dicha molestia aunque gran parte de esta información se ha vinculado a magia y misticismo. Un país que proporciona ejemplos de tal uso cultural, es la India, donde yogas y faquires, tradicionalmente, se han adiestrado por medio del hipnotismo para soportar eventos dolorosos, tales como caminar sobre carbones incandescentes, introducirse agujas en diversas partes del cuerpo y otras.
 
 
 
3.2. El efecto placebo:
 
La experiencia de dolor depende de factores fisiológicos y psicológicos, incluyendo las propias expectativas a sentirlo. Así, las terapias placebo (es decir, aquellas que no tienen efecto farmacológico propio) pueden producir analgesia, de variar las expectativas del paciente. Aún así, se discute si tal efecto obedece a que el placebo altera la transmisión sensorial del dolor o por que el sujeto acepta las sugestiones que imparten los investigadores. Wager y col. realizaron dos experimentos utilizando resonancia Magnética Funcional. Encontraron, durante el período de expectativa del dolor, que la analgesia por placebo se asociaba a hipoactividad de las regiones cerebrales que registran el dolor, incluyendo el tálamo, la ínsula y el cíngulo anterior, asociándose, además, a hiperactividad de la corteza prefrontal. Todo ello evidencia que el placebo altera la experiencia dolorosa. Por otro lado, tal acción pareciera confirmarse por el hecho de que su efecto puede ser revertido por la administración de naloxone (antagoista opioide), lo cual sugeriría que, por lo menos, parte de sus efectos serían mediados por el sistema opioide.
 
 
 
3.3. Psicológico-físico y físico-psicológico:
 
Si procedimientos psicológicos, como la hipnosis, pueden reducir el dolor de etiología orgánica, cabría preguntarnos ¿si la información psicológica puede crear la sensación objetiva de dolor? Evidencia acumulada existe en los antiguos experimentos realizados con hipnosis. En estos, con la finalidad de demostrarle al paciente la influencia que ejercía su mente en las dolencias que lo aquejaban, bajo trance hipnótico, se le inducían diversas sensaciones displacenteras -entre ellas, discreto dolor- en algún punto específico del cuerpo. Luego, usando el mismo procedimiento, se le demostraba la desaparición de la molestia. Tales experiencias demuestran que la información que ingresa en el ser humano por vía psicológica (inducción hipnótica) puede posteriormente expresarse como manifestación física, el dolor.
 
 
3.4. Antidepresivos y dolor psicógeno
 
A este respecto, puede señalarse el benéfico efecto de los antidepresivos en casos diagnosticados de dolor psicógeno o de Trastorno Somatomorfo por Dolor. Fishbain y col. utilizaron metodología de metanálisis en ensayos clínicos de tratamiento antidepresivo con grupos de placebo-control en estos dos diagnósticos. De la revisión de todos los estudios identificados solo once reunieron los criterios de validez exigidos. Los resultados indicaron que los grupos que habían recibido el tratamiento antidepresivo demostraban diferencias estadísticamente significativas en relación a los grupos control que sólo habían recibido placebo. En otras palabras, que aunque el dolor era de etiología psicológica, los antidepresivos se demostraban efectivos.
 
 

3.5. Personalidad predispuesta al dolor, abuso físico y sexual y depresión.
 
Engel, en un estudio fundamental en esta área, como producto de sus investigaciones en pacientes afectados de dolor, propuso una hipótesis general: “Que diversos traumatismos psicológicos, particularmente en la edad infantil y relaciones disfuncionales entre los padres, conducían a los niños, a mostrar en la vida adulta, una tendencia particular a sufrir de dolores”. Muchos de estos individuos, de acuerdo a Engel, son depresivos crónicos, gente de perspectiva negativa y pesimista de la vida, con tendencia a sentirse culpable y con baja autoestima. Muchos, también, han sufrido, innumerables fracasos y experiencias humillantes en la vida aunque, al mismo tiempo, parecen no tener la capacidad de aprender de tales experiencias negativas y, muy por el contrario, tienden a repetirlas. Asimismo, suelen desperdiciar las situaciones prometedoras que les presenta la vida, no aprovechándolas para lograr éxito como lo haría cualquier persona normal. Engel termina señalando que para estos pacientes, aunque se quejan de dolor, el síntoma resulta “conveniente” pues les permite explicarse y justificar muchos de sus fracasos, es decir, constituirían un modo anormal de adaptación a las exigencias de la vida, aprendido a través de su infortunada experiencia.

 
 

FUENTE: Revista Diagnóstico. Vol. 47.

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