El encarnizamiento terapéutico
El encarnizamiento
terapéutico es la aplicación a un paciente terminal de "tratamientos
extraordinarios de los que nadie puede esperar ningún tipo de beneficio para el
paciente" (Asociación Médica Mundial,1983) y constituye una práctica
éticamente reprobable. El artículo 28.2 del Código de Etica y Deontología
Médica de la Organización Médica Colegial del Estado, dice que “en caso de
enfermedad incurable y terminal, el médico debe limitarse a aliviar los dolores
físicos y morales del paciente, manteniendo en todo lo posible la calidad de
una vida que se agota y evitando emprender o continuar acciones terapéuticas
sin esperanza, inútiles u obstinadas. Asistirá al enfermo hasta el final, con
el respeto que merece la dignidad del hombre.
A partir de lo
anterior, se deduce que los enfermos terminales han de recibir siempre los
medios terapéuticos ordinarios, pudiendo, según los casos, omitirse los
extraordinarios. La frontera entre medios ordinarios y extraordinarios no es
algo nítido y perfectamente delimitado, dependiendo en cada caso de múltiples circunstancias.
El límite de atención que no puede ser sobrepasado sin atentar directamente
contra la vida, es el de la cobertura de las necesidades vitales mínimas,
fundamentalmente alimentación e hidratación, así como transfusiones y
medicación de uso común.
En determinados casos
se plantea la administración de sedantes conocida como sedación
terminal. "Se entiende por sedación terminal la administración
deliberada de fármacos para producir una disminución suficientemente profunda y
previsiblemente irreversible de la conciencia en un paciente cuya muerte se
prevé próxima, con la intención de aliviar un sufrimiento físico y/o
psicológico inalcanzable con otras medidas y con el consentimiento explícito,
implícito o delegado del paciente". El recurrir al consentimiento
implícito o delegado cuando el paciente puede conocer la información quita al
moribundo su derecho a afrontar el acto final de su vida: su propia muerte. La
familia y el médico suplantan entonces al enfermo y lo despojan del
conocimiento de esta decisión.
El verdadero respeto
a los derechos del paciente pasa por hacerlo partícipe de las decisiones sobre
su cuidado, aunque éstas hayan de pasar por una información desagradable.
* El fin de la
sedación sea mitigar el sufrimiento;
* La administración
del tratamiento busque únicamente mitigar el sufrimiento y no la provocación
intencionada de la muerte;
* No haya ningún
tratamiento alternativo que consiga los mismos efectos principales sin el efecto
secundario que sería el acortamiento de la vida. Entonces la acción es correcta
y éticamente aceptable.
La verdadera alternativa a la eutanasia y al encarnizamiento terapéutico
es la humanización de la muerte. Ayudar al enfermo a vivir lo
mejor posible el último periodo de la vida. Es fundamental expresar el apoyo,
los sentimientos, mejorar el trato y los
cuidados, y mantener el compromiso de no abandonarle, tanto por parte del
médico, como por los cuidadores, los familiares, y también del entorno social. logrando
a través del control del dolor y
otros síntomas de la enfermedad, un
apoyo emocional al paciente y a la familia para disminuir el sufrimiento
intenso y darles una mejor calidad de vida.
En
los cuidados paliativos no estamos a favor de la eutanasia, sin embargo le
informamos acerca de este procedimientos que existe en otros países.
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