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martes, 6 de mayo de 2014

Diabetes Mellitus

Diabetes Mellitus (segunda parte)
La enfermedad como forma de ser —más que desviación del sendero de la salud—, es uno de los conceptos desarrollados en la búsqueda de un entendimiento más penetrante de las enfermedades, que tiene como punto de partida obligado a las características genéricas y particulares de las personas que las padecen. También he criticado el mecanicismo como visión dominante del organismo, destacando algunas de las cualidades más distintivas de la vida.


Al proponer el concepto de historia cultural de la enfermedad pretendo configurar una alternativa al de historia natural de la enfermedad que ha dominado y dirigido la práctica médica durante muchos decenios. Ubicar a la cultura
—con todo lo que implica— como el hilo conductor para explicar las enfermedades crónicas en su manifestación colectiva, pretende hacer evidente cómo las condiciones y circunstancias de vida de las personas son decisivas en las formas de expresión y evolución de las enfermedades crónicas. Para este propósito especifiqué lo más característico de lo histórico, lo social, lo político, lo económico y lo propiamente cultural de nuestro país, a fin de que nos aproxime al entendimiento de nuestras diferencias respecto a otras culturas de las que solemos tomar acríticamente ideas, formas de organización, técnicas o innovaciones tecnológicas.

He destacado el papel de la educación en la problemática de las enfermedades crónicas, formulé una crítica de la educación tradicional de corte instruccional e informativo por sus escasos alcances e intenté mostrar cómo la educación participativa que motiva, encauza y estimula a las personas a cambiar, es superior por sus premisas, sus alcances en los espacios propiamente educativos y sus mayores potencialidades en el ámbito que nos ocupa. Destaqué con especial énfasis el lugar fundamental que tiene el autoconocimiento no sólo como premisa de la perspectiva participativa de la educación, también para replantear la concepción misma de la educación para la salud. De los conceptos propuestos he derivado algunas implicaciones para la práctica clínica y esbozado el tipo de habilidades prioritarias a desarrollar en los médicos en formación.

jueves, 20 de marzo de 2014

La Soledad

“Uno de los dos fue junto a su vecino porque se buscada a sí mismo, el otro porque de buena gana se perdería a sí mismo. El desamor por uno mismo hace que la soledad se convierta en prisión”


Otra de las características del ser humano de hoy es la sociedad. Las personas describen este sentimiento como un estar aislado. La soledad es para muchas personas una amenaza tan omnipotente y penosa que les resta posibilidades en cuanto a apreciar los valores positivos que entraña y, a veces, incluso se sienten amedrentados ante la perspectiva de estar solos.
Hay quien ha señalado que todo hombre y toda mujer, por lo menos en algún momento de su vida, se descubrirán a sí mismos enfermos de una soledad incurable. Todos hemos de enfrentarnos radicalmente a solas con las experiencias más importantes de la vida. Es la grandeza y la tragedia de la condición humana. Nadie puede amar, crecer, sufrir, morir… en nuestro hogar.
Muchas veces la soledad es el campo de cultivo de la enfermedad.
Sin embargo existe algún tipo de soledad necesaria y elegida, que en mi caso la necesito a veces tanto como el alimento o el sueño reparador.
Para mi estar solo significa, muchas veces, unión, reencuentro con la naturaleza a la que pertenezco, a la tierra a la que un día volveré para siempre.

Para mí la soledad, medito en voz alta, significa reunir mis partes diversas. La soledad es un acto profundo y necesario de autoestima y de amor a sí mismo. Nacemos como morimos, solos. 

jueves, 6 de marzo de 2014

LA DIFICIL TAREA DE SER QUIEN SE ES

LA DIFÍCIL TAREA DE SER QUIEN SE ES

“Todo aquello que amamos nos lo pueden arrebatar; lo que no nos pueden quitar es nuestro poder elegir qué actitud asumimos ante esos acontecimientos”.
Víctor Frankl

El hombre moderno tiene una imagen sumamente confusa  de si mismo. Al hombre de hoy le resulta más difícil, que en ningún otro periodo de la historia, adquirir su propia identidad.
En términos de Víctor E. Frankl, la gran enfermedad de nuestra época es la falta de rumbo, el hastió, y la falta de sentido y finalidad.

Es frecuente que esta sociedad contemporánea de masas, que el individuo se sienta despersonalizado, alienado, distanciado, incomunicado.
Para poder comprender el extrañamiento del hombre, tendremos que entender aquello de lo que el hombre se ha extrañado o enajenado; concretamente con naturaleza esencial.
Erich Fromm ha señalado que la gente de nuestra época ya no vive más sometida a la autoridad de la iglesia o de las leyes morales, sino a “autoridades anónimas” tales como la opinión pública. La autoridad es el mismo público, pero esto no es más que un conjunto de individuos cada uno de los cuales tiene su dispositivo de radar ajustado para descubrir lo que los otros esperan de él o de ella. Participamos a lo largo de la vida temerosos de nuestra propia vaciedad colectiva.
El gran peligro de esta situación es que nos lleva, tarde o temprano, a un penoso estado de ansiedad, cuyos resultados finales pueden ser la disminución y el empobrecimiento psicológico de las personas, o bien el sometimiento a algún tipo de autoritarismo destructivo.
La persona no tiene una imagen exacta y aceptable de sí misma, pues la ha deformado en su intento de hacerla más aceptable, y ha terminado por negar algunas facetas propias. Se fabrica así una imagen irreal, inexacta de sí mismo, o lo que es lo mismo se fabrica una máscara, de modo que todos los aspectos inaceptables de su yo aparecen como externos, ajenos a lo que es él es, “lo que no soy”, de esta manera todos estos aspectos de uno mismo aparecen proyectados.

La persona traza el mapa de su alma de manera que niega y excluye de la conciencia los aspectos de sí mismo que no acepta. A estos aspectos no aceptados, algunos le llaman la sombra
.
El crecimiento personal es redistribución, nuevo trazado de zonas y diseño del mapa; es primero un reconocimiento, y después un enriquecimiento de niveles cada vez más profundos y más amplios de lo que uno es. Es remediar la radical escisión entre aspectos conscientes e inconscientes de la psique, y re unificar la escisión entre el yo y el cuerpo, uniendo la psique y el soma, de modo tal que la persona se ponga en contacto con la totalidad de el mismo.
Vivir entre mugas (fronteras) es vivir entre conflictos; la de miedo, la de la angustia, la del dolor, la de la soledad y, finalmente, la de la muerte.
Disolver una muga (frontera, limitación) tiene que venir necesariamente del reconocimiento de una proyección.
Cuando intento liberarme de aspectos míos mediante la proyección, no me quedo con un hueco, o un espacio en blanco en mi personalidad, sino generalmente son un síntoma, un doloroso e improductivo recordatorio de que estoy ignorando alguna faceta de mí mismo. Volveremos con más detalle a asuntos inconclusos, sin embargo, es importante entender que por más incómodos que puedan ser nuestros síntomas, normalmente no hay por qué rechazarlos, despreciarlos ni evitarlos, ya que contienen la clave de su propia resolución.
Como primer paso es preciso que hagamos un lugar a nuestros síntomas, que les demos espacios que hagamos un lugar a nuestros síntomas, que les demos espacios, y empecemos a escuchar esas sensaciones incomodas que llamamos síntomas y que hasta ahora hemos despreciado.

Los síntomas son oportunidades de desarrollo. El síntoma puede traducirse de nuevo a su forma original y correcta. “Tengo que…” se convierte en “elijo que…”; “No puedo…”  en “no quiero”; “Necesito” en “Quiero”.

Continuara....