jueves, 6 de marzo de 2014

LA DIFICIL TAREA DE SER QUIEN SE ES

LA DIFÍCIL TAREA DE SER QUIEN SE ES

“Todo aquello que amamos nos lo pueden arrebatar; lo que no nos pueden quitar es nuestro poder elegir qué actitud asumimos ante esos acontecimientos”.
Víctor Frankl

El hombre moderno tiene una imagen sumamente confusa  de si mismo. Al hombre de hoy le resulta más difícil, que en ningún otro periodo de la historia, adquirir su propia identidad.
En términos de Víctor E. Frankl, la gran enfermedad de nuestra época es la falta de rumbo, el hastió, y la falta de sentido y finalidad.

Es frecuente que esta sociedad contemporánea de masas, que el individuo se sienta despersonalizado, alienado, distanciado, incomunicado.
Para poder comprender el extrañamiento del hombre, tendremos que entender aquello de lo que el hombre se ha extrañado o enajenado; concretamente con naturaleza esencial.
Erich Fromm ha señalado que la gente de nuestra época ya no vive más sometida a la autoridad de la iglesia o de las leyes morales, sino a “autoridades anónimas” tales como la opinión pública. La autoridad es el mismo público, pero esto no es más que un conjunto de individuos cada uno de los cuales tiene su dispositivo de radar ajustado para descubrir lo que los otros esperan de él o de ella. Participamos a lo largo de la vida temerosos de nuestra propia vaciedad colectiva.
El gran peligro de esta situación es que nos lleva, tarde o temprano, a un penoso estado de ansiedad, cuyos resultados finales pueden ser la disminución y el empobrecimiento psicológico de las personas, o bien el sometimiento a algún tipo de autoritarismo destructivo.
La persona no tiene una imagen exacta y aceptable de sí misma, pues la ha deformado en su intento de hacerla más aceptable, y ha terminado por negar algunas facetas propias. Se fabrica así una imagen irreal, inexacta de sí mismo, o lo que es lo mismo se fabrica una máscara, de modo que todos los aspectos inaceptables de su yo aparecen como externos, ajenos a lo que es él es, “lo que no soy”, de esta manera todos estos aspectos de uno mismo aparecen proyectados.

La persona traza el mapa de su alma de manera que niega y excluye de la conciencia los aspectos de sí mismo que no acepta. A estos aspectos no aceptados, algunos le llaman la sombra
.
El crecimiento personal es redistribución, nuevo trazado de zonas y diseño del mapa; es primero un reconocimiento, y después un enriquecimiento de niveles cada vez más profundos y más amplios de lo que uno es. Es remediar la radical escisión entre aspectos conscientes e inconscientes de la psique, y re unificar la escisión entre el yo y el cuerpo, uniendo la psique y el soma, de modo tal que la persona se ponga en contacto con la totalidad de el mismo.
Vivir entre mugas (fronteras) es vivir entre conflictos; la de miedo, la de la angustia, la del dolor, la de la soledad y, finalmente, la de la muerte.
Disolver una muga (frontera, limitación) tiene que venir necesariamente del reconocimiento de una proyección.
Cuando intento liberarme de aspectos míos mediante la proyección, no me quedo con un hueco, o un espacio en blanco en mi personalidad, sino generalmente son un síntoma, un doloroso e improductivo recordatorio de que estoy ignorando alguna faceta de mí mismo. Volveremos con más detalle a asuntos inconclusos, sin embargo, es importante entender que por más incómodos que puedan ser nuestros síntomas, normalmente no hay por qué rechazarlos, despreciarlos ni evitarlos, ya que contienen la clave de su propia resolución.
Como primer paso es preciso que hagamos un lugar a nuestros síntomas, que les demos espacios que hagamos un lugar a nuestros síntomas, que les demos espacios, y empecemos a escuchar esas sensaciones incomodas que llamamos síntomas y que hasta ahora hemos despreciado.

Los síntomas son oportunidades de desarrollo. El síntoma puede traducirse de nuevo a su forma original y correcta. “Tengo que…” se convierte en “elijo que…”; “No puedo…”  en “no quiero”; “Necesito” en “Quiero”.

Continuara....

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