jueves, 20 de marzo de 2014

La Soledad

“Uno de los dos fue junto a su vecino porque se buscada a sí mismo, el otro porque de buena gana se perdería a sí mismo. El desamor por uno mismo hace que la soledad se convierta en prisión”


Otra de las características del ser humano de hoy es la sociedad. Las personas describen este sentimiento como un estar aislado. La soledad es para muchas personas una amenaza tan omnipotente y penosa que les resta posibilidades en cuanto a apreciar los valores positivos que entraña y, a veces, incluso se sienten amedrentados ante la perspectiva de estar solos.
Hay quien ha señalado que todo hombre y toda mujer, por lo menos en algún momento de su vida, se descubrirán a sí mismos enfermos de una soledad incurable. Todos hemos de enfrentarnos radicalmente a solas con las experiencias más importantes de la vida. Es la grandeza y la tragedia de la condición humana. Nadie puede amar, crecer, sufrir, morir… en nuestro hogar.
Muchas veces la soledad es el campo de cultivo de la enfermedad.
Sin embargo existe algún tipo de soledad necesaria y elegida, que en mi caso la necesito a veces tanto como el alimento o el sueño reparador.
Para mi estar solo significa, muchas veces, unión, reencuentro con la naturaleza a la que pertenezco, a la tierra a la que un día volveré para siempre.

Para mí la soledad, medito en voz alta, significa reunir mis partes diversas. La soledad es un acto profundo y necesario de autoestima y de amor a sí mismo. Nacemos como morimos, solos. 

martes, 18 de marzo de 2014

El Miedo

El miedo

En la medida que nuestra cultura occidental ha hecho hincapié en controlar la naturaleza, señala Deborah Duda, la muerte se ha convertido en el enemigo incontrolable; hemos cedido a los médicos la responsabilidad de combatir a este enemigo y así la muerte se ha tornado más y más en un “problema médico” en vez de un suceso natural (ahora nos morimos de algo).
Saber tratar el miedo empieza por reconocerlo, en lugar de ignorarlo. Descubrirlo y valorar “los servicios prestados”, las ventajas que he obtenido de él. El miedo nos resulta útil hasta que perdemos su control, y es el quien nos controla, quien nos paraliza, nos limita y nos hace sufrir.
El mejor antídoto al miedo es la verdad, ya que ella nos libera. Cuando sabes todo, no temes nada.

La sabiduría es el mejor tratamiento contra el miedo porque nos ilumina donde habitan los fantasmas, y estos solo encuentran su hábitat en el desconocimiento. Sin miedo, seremos mas libres.

viernes, 14 de marzo de 2014

EL MIEDO...

EL MIEDO

“Así que no os preocupéis del mañana,  el mañana se preocupara de sí mismo. Cada día tiene bastante con su inquietud”


Quien más, quien menos, todos tenemos ese último momento de ruptura. De radical ruptura con nosotros mismos, con los demás, con el mundo.  Ruptura con lo que somos y con lo que hemos sido. Ruptura con lo que conocemos y con lo que amamos, es un paso hacia lo desconocido. Ese momento que necesariamente nos aguarda a todos y al que un día deberemos responder sana o insanamente, es una situación de crisis que abordaremos con nuestra desnuda existencia con nuestro Yo más auténtico.
El morir y la muerte despiertan más miedo que ninguna otra circunstancia de la vida. En el miedo a la muerte, reconocemos la angustia fundamental del ser humano “un ser destinado a la muerte”. Formula que hace que la muerte no sólo el destino del hombre sino la sustancia de la que está hecha su vida. La muerte es especialmente difícil de entender en nuestra sociedad urbana y consumista, que lleva a la necesidad de negar su realidad.  Por la negación, u ocultamiento no logran invalidad o anular la realidad de la muerte, su presencia presente en el curso de la vida. Esta presencia, se ha dicho, está dada por el destino del hombre como un ser para la muerte. De tal modo que la muerte está presente en cada instante de mi vida y no solamente por el hecho de que puede ocurrir en cualquier momento sino además porqué está gobernando y rigiendo todos mis actos.
El hombre intenta negar aquella realidad de su existencia ante la cual no logra ni una escapatoria exitosa, ni una resignación reconfortante.

Una de las maneras que nuestra cultura nos enseña a temer a la muerte (y a la vida) es haciendo de la seguridad una meta. La seguridad total es, desde luego una ilusión. La vida es un proceso de cambio y la vulnerabilidad y el riesgo son inherentes en cualquier momento. Aferrarse a la seguridad o perseguirla crea más inseguridad y miedo. Sin embargo, la gente vive enlatada, en conserva, se suelen conformar con poco, pasan por la vida de forma anodina, y aunque creo que no sufren hondamente, tampoco disfrutan con plenitud. Tengo la impresión de que viven en un estado de vitalidad mediocre. A fuerza de querer conservar la vida, la van perdiendo. Conservarla es perderla. Los que viven plenamente bordean inevitablemente la muerte. 

martes, 11 de marzo de 2014

LA DIFÍCIL TAREA DE SER QUIEN SE ES....

Traducción es la clave de la terapia y del crecimiento personal.

No hay ser humano que esté libre de la angustia, o del dolor de la soledad. El proceso de crecimiento tiene que ver con asimilar proyecciones. Es decir, incorporar en nosotros mismos los que hemos desechado reconociendo como parte de nuestra experiencia aquello que hemos estado colocando fuera de nosotros mismos.

Las proyecciones frecuentemente corresponden a aquellos aspectos de la personalidad en el que nos sentimos criticados, culpables, avergonzados, etc.

Recuperar una proyección es derribar una barrera, incluir en nosotros mismos cosas que creíamos ajenas, abrimos a la comprensión y aceptación de todas nuestras diversas potencialidades, negativas y positivas, dignas de amor o de desprecio, y así llegar a tener una imagen relativamente exacta de todo aquello que es nuestro organismos psicofísico; es desplazar nuestras mugas (limitaciones), volver a cartografiarnos el alma, que los opuestos se unifiquen en un todo, para que al final, aunque no todos nuestros aspectos nos parezcan deseables, tal vez podamos encontrarnos en conjunto agradables.
En este sentido Carl Rogers señalaba:

He llegado a estimar cada pequeña manifestación de mí mismo. Y atesoro con cuidado mis mejores sentimientos, sean de rabia o de ternura, de vergüenza o de dolor, de ansiedad, de generosidad o de miedo (…). Presto atención a todas las ideas que se me ocurren, locas, creativas, buenas, triviales. Todas son parte de mí. Me agradan todos mis impulsos: apropiados, absurdos, sexuales, criminales”.


Nada puede cambiar mientras no ha sido aceptado; después podrá desplegarse y abrirse al movimiento natural hacia el cambio, que es propio de la vida.

jueves, 6 de marzo de 2014

LA DIFICIL TAREA DE SER QUIEN SE ES

LA DIFÍCIL TAREA DE SER QUIEN SE ES

“Todo aquello que amamos nos lo pueden arrebatar; lo que no nos pueden quitar es nuestro poder elegir qué actitud asumimos ante esos acontecimientos”.
Víctor Frankl

El hombre moderno tiene una imagen sumamente confusa  de si mismo. Al hombre de hoy le resulta más difícil, que en ningún otro periodo de la historia, adquirir su propia identidad.
En términos de Víctor E. Frankl, la gran enfermedad de nuestra época es la falta de rumbo, el hastió, y la falta de sentido y finalidad.

Es frecuente que esta sociedad contemporánea de masas, que el individuo se sienta despersonalizado, alienado, distanciado, incomunicado.
Para poder comprender el extrañamiento del hombre, tendremos que entender aquello de lo que el hombre se ha extrañado o enajenado; concretamente con naturaleza esencial.
Erich Fromm ha señalado que la gente de nuestra época ya no vive más sometida a la autoridad de la iglesia o de las leyes morales, sino a “autoridades anónimas” tales como la opinión pública. La autoridad es el mismo público, pero esto no es más que un conjunto de individuos cada uno de los cuales tiene su dispositivo de radar ajustado para descubrir lo que los otros esperan de él o de ella. Participamos a lo largo de la vida temerosos de nuestra propia vaciedad colectiva.
El gran peligro de esta situación es que nos lleva, tarde o temprano, a un penoso estado de ansiedad, cuyos resultados finales pueden ser la disminución y el empobrecimiento psicológico de las personas, o bien el sometimiento a algún tipo de autoritarismo destructivo.
La persona no tiene una imagen exacta y aceptable de sí misma, pues la ha deformado en su intento de hacerla más aceptable, y ha terminado por negar algunas facetas propias. Se fabrica así una imagen irreal, inexacta de sí mismo, o lo que es lo mismo se fabrica una máscara, de modo que todos los aspectos inaceptables de su yo aparecen como externos, ajenos a lo que es él es, “lo que no soy”, de esta manera todos estos aspectos de uno mismo aparecen proyectados.

La persona traza el mapa de su alma de manera que niega y excluye de la conciencia los aspectos de sí mismo que no acepta. A estos aspectos no aceptados, algunos le llaman la sombra
.
El crecimiento personal es redistribución, nuevo trazado de zonas y diseño del mapa; es primero un reconocimiento, y después un enriquecimiento de niveles cada vez más profundos y más amplios de lo que uno es. Es remediar la radical escisión entre aspectos conscientes e inconscientes de la psique, y re unificar la escisión entre el yo y el cuerpo, uniendo la psique y el soma, de modo tal que la persona se ponga en contacto con la totalidad de el mismo.
Vivir entre mugas (fronteras) es vivir entre conflictos; la de miedo, la de la angustia, la del dolor, la de la soledad y, finalmente, la de la muerte.
Disolver una muga (frontera, limitación) tiene que venir necesariamente del reconocimiento de una proyección.
Cuando intento liberarme de aspectos míos mediante la proyección, no me quedo con un hueco, o un espacio en blanco en mi personalidad, sino generalmente son un síntoma, un doloroso e improductivo recordatorio de que estoy ignorando alguna faceta de mí mismo. Volveremos con más detalle a asuntos inconclusos, sin embargo, es importante entender que por más incómodos que puedan ser nuestros síntomas, normalmente no hay por qué rechazarlos, despreciarlos ni evitarlos, ya que contienen la clave de su propia resolución.
Como primer paso es preciso que hagamos un lugar a nuestros síntomas, que les demos espacios que hagamos un lugar a nuestros síntomas, que les demos espacios, y empecemos a escuchar esas sensaciones incomodas que llamamos síntomas y que hasta ahora hemos despreciado.

Los síntomas son oportunidades de desarrollo. El síntoma puede traducirse de nuevo a su forma original y correcta. “Tengo que…” se convierte en “elijo que…”; “No puedo…”  en “no quiero”; “Necesito” en “Quiero”.

Continuara....